En el periodo que siguió a la guerra de Independencia, la situación económica resultaba tan difícil como la política. México era un país que vendía materias primas como metales y algunos cultivos. Se habían roto lazos de comunicación en el territorio y no era posible que el Estado solucionara el cobro de impuestos. Los recursos que se conseguían en las aduanas debían emplearse en pagos a los contingentes militares y a los empleados públicos.
En vista de que la Hacienda Publica estaba prácticamente vacía, se acudió a los prestamos para resolver los compromisos de pago.
En vista de que la Hacienda Publica estaba prácticamente vacía, se acudió a los prestamos para resolver los compromisos de pago.
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